De Occidente a Oriente se extiende una gran brecha cultural que el
cine ayuda a traspasar. El cine de artes marciales es uno de los
géneros que comparte audiencia en ambas civilizaciones. Por ende,
podría ser un elemento cohesionador para dos culturas cuyo
entendimiento resulta primordial para la coexistencia pacífica en el
planeta tierra. El cine de artes marciales está repleto de títulos que
sólo versan sobre lucha, dejando de lado el contenido filosófico
implicito en estas artes. Sin embargo, llegan títulos que reflejan
fielmente el universo simbolico de Asia. Una tradición ancestral que se
remonta a la noche de los tiempos. El budismo y el taoismo son dos
corrientes filosóficas fuertemente arraigadas en las artes marciales de
Asia, ya que el creador del Kung-fu fue un monje budista de nombre
Boddhi Darma. En el plano cinematográfico esta dualidad
filosófica-artística se manifiesta en algunas películas como Tigre y Dragón, El Monje y Ghost Dog. Aquellos que recuerden la serie Kung Fu de David Carradine sabrán perfectamente a lo que me refiero.
El Monje, adaptación
de un comic underground, es un ejemplo de la indivisibilidad entre las
artes marciales y la filosofía. Sin ser una obra que aspire a elevadas
metas conceptuales es un reflejo, adaptado a la industria, de la
relación entre el budismo y las practicas marciales. Es una pista de
como ambas vertientes del control físico pueden complementarse
mútuamente. No en vano, el Kung-Fu fue inventado por el monje indio
Boddhi Dharma e introducido en China a través del monasterio de Shaolin,
donde éste daba clases. El Monje versa sobre un manuscrito
secreto que otorga poderes a quien lo posée, entre los que se encuentra
la inmortalidad. Perseguido por los nazis que buscan hacerse con las
habilidades que encierra el manuscrito, El monje sin nombre,
interpretado por Chow Yun Fat, recorre el mundo en busca de su sucesor.
Cuando está en Nueva York topa con Ghar, Sean William Scott, un
carterista que trabaja en un cine de artes marciales. Ghar roba por las
mañanas y por las noches entrena en el cine, siguiendo los clásicos del
Kung-fu. Sin ser una brillante producción resultará interesantes para
todos aquellos que deseen aprender un poco de la riquíssima cultura
oriental. A su vez, aquellos versados en los misterios de oriente
encontrarán referencias escondidas e intersantes sobre el proceso
alquímico propuesto por diversas escuelas orientales.
Tigre y Dragón es
una de las mejores películas que se han hecho sobre el género. Los
movimientos de los actores reflejan la poesía y la serenidad tan
idealizadas en la practica de las artes marciales, pues ante todo, son
concebidas como un método para disciplinar el cuerpo y disfrutar de paz
mental. En este film de Ang Lee, aparece la figura del monje Taoísta, Li
Mu Bai, el cual no puede alcanzar el Tao debido a que está enamorado de
Yu Sha, Michelle Yeoh.
Juntos emprenderán una travesía para entregar la
legendaria
espada que custodia Li Mu Bai, a un amigo de este que vive en Bejing.
Pero la espada será robada y dará comienzo una trepidante persecución
por los bellísimos paisajes de China. El ritmo trepidante y poético, a
la par que monumental, de las composiciones de Tan Dun acompaña durante
toda la película y es una obra maestra. Ang Lee ha conseguido plasmar
las múltiples facetas de las artes marciales chinas en una película: es
una obra maestra del cine.
Finalmente, presentamos Ghost Dog, el camino del samurai. Una
película especial por su mezcla de sensibilidad y violencia de manera
extraordianaria. El estilo clásico japonés de cine samurai en un
suburbio de una gran ciudad estadounidense. Forest
Whitetaker encarna a este solitario personaje que vive en una azotea
llena de palomas y se rige por el código de honor de los samurais. Las
aves y el Bushido son
su única compañía. Ghost Dog, jura fidelidad, como señor feudal, a un
mafioso italiano, para el que trabaja como asesino a sueldo.
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