martes, 13 de diciembre de 2011

Desde Asia con buen Karma

De Occidente a Oriente se extiende una gran brecha cultural que el cine ayuda a traspasar.  El cine de artes marciales es uno de los géneros que comparte audiencia en ambas civilizaciones. Por ende, podría ser un elemento cohesionador para dos culturas cuyo entendimiento resulta primordial para la coexistencia pacífica en el planeta tierra. El cine de artes marciales está repleto de títulos que sólo versan sobre lucha, dejando de lado el contenido filosófico implicito en estas artes. Sin embargo, llegan títulos que reflejan fielmente el universo simbolico de Asia. Una tradición ancestral que se remonta a la noche de los tiempos. El budismo y el taoismo son dos corrientes filosóficas fuertemente arraigadas en las artes marciales de Asia, ya que el creador del Kung-fu fue un monje budista de nombre Boddhi Darma. En el plano cinematográfico esta dualidad filosófica-artística se manifiesta en algunas películas como Tigre y Dragón, El Monje y Ghost Dog. Aquellos que recuerden la serie Kung Fu  de David Carradine sabrán perfectamente a lo que me refiero.


El Monje, adaptación de un comic underground, es un ejemplo de la indivisibilidad entre las artes marciales y la filosofía. Sin ser una obra que aspire a elevadas metas conceptuales es un reflejo, adaptado a la industria, de la relación entre el budismo y las practicas marciales. Es una pista de como ambas vertientes del control físico pueden complementarse mútuamente. No en vano, el Kung-Fu fue inventado por el monje indio Boddhi Dharma e introducido en China a través del monasterio de Shaolin, donde éste daba clases. El Monje versa sobre un manuscrito secreto que otorga poderes a quien lo posée, entre los que se encuentra la inmortalidad. Perseguido por los nazis que buscan hacerse con las habilidades que encierra el manuscrito, El monje sin nombre, interpretado por Chow Yun Fat, recorre el mundo en busca de su sucesor. Cuando está en Nueva York topa con Ghar, Sean William Scott, un carterista que trabaja en un cine de artes marciales. Ghar roba por las mañanas y por las noches entrena en el cine, siguiendo los clásicos del Kung-fu.  Sin ser una brillante producción resultará interesantes para todos aquellos que deseen aprender un poco de la riquíssima cultura oriental. A su vez, aquellos versados en los misterios de oriente encontrarán referencias escondidas e intersantes sobre el proceso alquímico propuesto por diversas escuelas orientales.

Tigre y Dragón es una de las mejores películas que se han hecho sobre el género. Los movimientos de los actores reflejan la poesía y la serenidad tan idealizadas en la practica de las artes marciales, pues ante todo, son concebidas como un método para disciplinar el cuerpo y disfrutar de paz mental. En este film de Ang Lee, aparece la figura del monje Taoísta, Li Mu Bai, el cual no puede alcanzar el Tao debido a que está enamorado de Yu Sha, Michelle Yeoh.
 Juntos emprenderán una travesía para entregar la
 legendaria espada que custodia Li Mu Bai, a un amigo de este que vive en Bejing. Pero la espada será robada y dará comienzo una trepidante persecución por los bellísimos paisajes de China. El ritmo trepidante y poético, a la par que monumental, de las composiciones de Tan Dun acompaña durante toda la película y es una obra maestra. Ang Lee ha conseguido plasmar las múltiples facetas de las artes marciales chinas en una película: es una obra maestra del cine.


Finalmente,   presentamos Ghost Dog, el camino del samurai. Una película especial por su mezcla de sensibilidad y violencia de manera extraordianaria. El estilo clásico japonés de cine samurai en un suburbio de una gran ciudad estadounidense. Forest Whitetaker encarna a este solitario personaje que vive en una azotea llena de palomas y se rige por el código de honor de los samurais. Las aves y  el Bushido son su única compañía. Ghost Dog,  jura fidelidad, como señor feudal, a un mafioso italiano, para el que trabaja como asesino a sueldo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario