lunes, 16 de enero de 2012

Crítica de El Ilusionista


Hace unos días tuve la oportunidad de ver El Ilusionista, una película de animación francesa del 2010  que  se estrenó en los cines de nuestro país en 2011 tras un año de retraso. Lo cierto es que la película me llamaba bastante la atención y llevaba ya bastante tiempo siguiéndole la pista.

El Ilusionista es una película que podríamos decir que es un sinónimo de simplicidad. Y es que es, a grandes rasgos, una representación visual del arte de lo simple. Nominada para cada gran premio de animación de los principales festivales de cine del mundo, incluyendo el Oscar al mejor largometraje de animación en 2010, El Ilusionista es mucho más que una de las mejores películas animadas del año. Es una pena que tuviera que competir con Toy Story 3 por el Premio de la Academia, ya que de no haber sido así, muy probablemente se habría llevado la premiada estatuilla de Hollywood. El Ilusionista podemos decir perfectamente que ralla a la misma altura que la conclusión de los muñecos de Pixar. Lo cuál no es decir poco. 

La película está basada en un guión escrito a finales de los años 50 por un director y actor francés de nombre Jacques Tati. El proyecto acabó en un cajón hasta que finalmente Syvai Chomet acabaría rescatándolo hace unos años para producir esta obra de arte animada de 80 minutos. El largometraje sigue el camino de un ilusionista francés que viaja de pueblo en pueblo buscando trabajo a la vez que realiza sus números de magia en pequeños espectáculos. Pero pronto se da cuenta que su profesión se está perdiendo como consecuencia de los cambios que la sociedad está experimentando en la era del entretenimiento, perdiendo así toda esperanza. Sin embargo, un día en Escocia, conoce a una niña llamada Alice que cambiará su vida. No quiero decir mucho más del argumento porque prefiero que seáis vosotros los que lo vayáis descubriendo.

La simplicidad de la película de la que hablaba antes va de la mano de la autenticidad y profundidad de su historia. La animación en 2D es brillante, haciendo que cada uno de los planos que vemos en pantalla sean una delicia visual. Es increíble incluso como el director consigue darnos la sensación de que uno no está viendo una película de dibujos. Esto se debe a la excelente cinematografía que va unida a la animación. También uno se queda con la sensación de que, si la película no hubiera sido animada, no hubiera sido tan efectiva. La autenticidad también es evidente con el poco diálogo que ofrece el film, devolviéndonos a una era más simple: la del cine mudo. A algunos no les gustará saber que la película está en francés y que no tiene subtítulos, pero al fin y al cabo, el peso de la película recae en las acciones y en lo que ocurre en la pantalla, y no en los diálogos, de tal forma que la película se entiende perfectamente sepas o no francés. Además, El Ilusionista no es necesariamente una película para niños. Los niños podrán disfrutar la magia que hay en ella, pero seguramente no la entenderán ni la apreciarán también como los adultos por el gran simbolismo presente en el largometraje. 

En las películas contemporáneas parece que solo importan el glamour, los efectos especiales y el conseguir beneficios. Sin embargo, el cine como un arte es mucho más simple que eso, lo cuál podemos decir que es una metáfora que resuena en esta película que no podéis dejar de ver que es El Ilusionista. Disfrutarla.


2 comentarios:

  1. "En las películas contemporáneas parece que solo importan el glamour, los efectos especiales y el conseguir beneficios" - qué gran verdad.

    Tendré que verla!
    Gracias!

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  2. Una (gran) pequeña joya. Una inmensa historia sobre el pasado, lo viejo y la decadencia del arte. Para mí, una de las diez mejores películas del 2011 tal y como puse en mi top ten! Una preciosidad!

    Por si no la habéis visto, apuntad Bienvenidos a Belleville, también de Sylvain Chomet.

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