martes, 22 de noviembre de 2011

Recomendación de la semana: Otoño, invierno, primavera, verano... Y otra vez primavera


El cine convertido en poesía. Esta pelicula narra la vida de un monje budista coreano y su discípulo en un paradisiaco lago entre cerros de montañas. El coreano Kim Ki Duk realiza una magnífico ejercicio de abstracción para mostrarnos las bases del pensamiento budista a través de los errores del joven monje los cuales le irán sumiendo en la oscuridad de la cual será sacado por su anciano maestro. No es una película para aquellos que quieran pasar un rato distraido, sino para aquellos que quieran dejar volar su mente por un breve tiempo. El filme es un alegato hacia la cadena de acciones que nos mantiene en el mundo (karma) y la irresponsabilidad del ser humano con su propio futuro. Otoño, invierno, primavera, verano... Y otra vez primavera  presenta los axiomas principales del budismo ( las causas del sufrimiento, la ilusión de los sentidos, la dualidad de la vida) bajo el telón de fondo de una historia de amor en un lugar paradisiaco. 

En palabras de la crítica de cine, Josefina Sartota:" Sobre la laguna serena de un profundo valle paradisíaco flota un templo que refugia a un maestro ermitaño y su discípulo. En sus correrías, el Discípulo niño ata al cuerpo de varios animalitos sendas piedras que les impiden desplazarse con facilidad, divirtiéndose con esta agresión a la naturaleza. El Maestro lo castiga, ordenándole que libere a sus víctimas de su peso, pero si alguna de ellas hubiera muerto, él cargaría esa piedra sobre su corazón durante toda su vida. La película narra de qué manera ese niño cumplió el karma que él mismo se había señalado”.

La visión del largometraje se asemeja a una meditación, el diálogo es escaso, casi inexistente y se apela más al impacto visual como metáfora de la multiplicidad de visiones sobre el mundo que al argumento narrativo. Aún, asi el esquema narrativo nos presenta lugares comúnes para toda la humanidad. 


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